En la ultima entrada prometí Miyajima, Himeji y llegada a Kyoto pero creo que es demasiado para una sola entrada. Hoy me voy a centrar en la primera mitad del cuarto día de aventura por el país del sol naciente.
Después de un merecido descanso despertamos en una habitación enorme que mas que una habitación parecía una casa con unas vistas a la playa preciosas, el hotel era la leche.
Nos despertamos bastante temprano por lo que todavía no estaba preparado el desayuno a si que fuimos a dar un paseo por la misma zona que la noche anterior, a ver como cambiaba la cosa de la noche al día. Todo estaba muy tranquilo los ciervos andaban de arriba para abajo tranquilamente y solo había por la calle unas pocas personas.
Cuando vimos que era la hora del desayuno volvimos al hotel a ver que nos tenían preparado, aconsejo que de no estar completamente seguros de que sabéis lo que pone pedid un desayuno Japones y otro occidental, por si acaso, y dicho esto tengo que aclarar que no estaba malo pero había algunas cosas difíciles de entender para el paladar.
Después del desayuno empezamos con la segunda parte de la ruta turística por Miyajima y como lo mas cercano era el Itsukushima sinre y la pagoda de cinco plantas por ahí empezamos. Itsukushima es un budista construido sobre el mar frente al tori flotante, fue nombrado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1996.
Nosotros lo vimos con marea baja, media, alta, pero no llegamos a pillar la marea lo suficientemente baja como para poder ir andando al tori. Una lastima.
Es un santuario sencillo pero muy bonico, decorado con estatuas, lamparas y bidones donde guardan el sake.
Al salir estas al otro lado de la playa donde hay varios templos pequeños, algunas tiendas de subenirs y un camino que sube a la montaña, hasta el mirador mas alto del monte Misen, pero nosotros lo seguimos solamente hasta el templo Daishoin. Un templo ubicado en medio de la vegetación de la montaña de manera que en algunos momentos da la sensación de que vuela sobre los arboles, la subida hasta el templo no es menos espectacular, llena de estatuas de buda y pequeños monjes.
Al llegar arriba estuvimos presentes un rato en una ceremonia que celebraban en el templo mas alto, increíble la destreza del monje golpeando el taiko y cantando sutras o lo que fuera que hiciera sin parar un momento.
Al bajar del templo cogimos un camino de tierra que entraba por el bosque, para que ir por la calle teniendo monte, a si que dando vueltas y descubriendo rincones increíbles estuvimos dando vueltas un buen rato hasta que volvimos a coger las maletas para embarcarnos en el ferry rumbo a Hiroshima.
Los helados de sésamo de la estación del ferry están buenísimos, no os los perdáis.
Y aquí nos despedimos de uno de los sitios mas encantadores de Japón.
Próxima parada Himeji. Un saludo.
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