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martes, 1 de marzo de 2011

Dia 4: Rumbo a Himeji, la ciudad del castillo

Dejando atrás el embarcadero de la Isla santuario (Miyajima) nos dirigíamos de nuevo a Miyajima-guchi para volver a Hiroshima y desandar lo andado rumbo a Himeji, situada en la prefectura de Hyogo, en esta bonita ciudad podréis encontrar varios sitios para visitar como el templo Engyō-ji, el parque central de Himeji, el jardin Kokoen o Monte Shoshan pero la atracción mas importante es su castillo, el castillo de la garza blanca, llamado así por su color blanco brillante de sus exteriores, es considerado patrimonio de la humanidad por la unesco desde 1993 ademas de ser un tesoro nacional para los japoneses .

Jose Alberto Olmos

Tras un paseo en shinkansen con comida y siesta a lo nipon incluida llegamos a la estación JR de Himeji. Una vez alli es difícil no ver el castillo al final de una avenida ancha y larga que acaba prácticamente en la entrada al recinto del castillo.

Buscamos una consigna donde dejar el equipage de mano que llevamos de Miyajima, ya que lo demás lo mandamos desde Osaka a kyoto por el servicio de maletas Yamato transport, un servicio perfecto para no tener que ir cargado de maletas de shinkansen en shinkansen y empezamos a pasear por la avenida viendo algunas tiendas, bares.... lo tipico hasta que llegamos al parque donde se situa el castillo, la entrada al parque es una gigantesca puerta de madera que ya anuncia un poco como va a ser lo demás.

Jose Alberto Olmos

Jose Alberto Olmos

Entramos a un parque enorme todo verde lleno de arboles muy bonito y lleno de gente, en el centro estaban montando un escenario para algún concierto o evento..... vamos que no tengo ni idea de que iba la cosa.

Al fondo del parque esta ya la entrada al castillo donde pasas por taquilla abonas los 600 Yenes de rigor y pasas por fin al castillo, aviso, mas vale guardar fuerzas por que la visita es larga y hay muchas escaleras.
Empezamos a cruzar patios, jardines, a subir escaleras a bajar escaleras, quita zapatos ponte zapatos, parecía que no había fin pero la conservación del castillo, el poder ver las cosas como eran o casi como eran no tiene precio sobre todo una vez que llegamos a la zona mas alta donde hay unas vistas increíbles de todo el parque y la ciudad. 

Jose Alberto Olmos

Jose Alberto Olmos

Jose Alberto Olmos

Jose Alberto Olmos

Jose Alberto Olmos

Al salir del castillo, allí seguían montando el escenario y nosotros buscábamos el jardín de kokoen, me informe mal y al final nos fue imposible de encontrar, pero bueno, nos recorrimos de cabo a rabo el recinto y nos compramos unas tonterías en la tienda del castillo.

Jose Alberto Olmos

Jose Alberto Olmos

Ya casi muertos de la paliza nos dirigimos a la estacion esta vez por la otra acera de la calle, para ver las tiendas, hicimos bien, encontramos una tienda de antigüedades y cosas varias donde resulto que el dependiente, un japones ya con algunos años, hablaba un poco de español y allí estuvimos un rato de cháchara con el hombre. La conversación acabó en una compra de las que mas ilusión me hicieron de todas, encontré un casco samurai a un precio increíble que me lleve sin pensarlo dos veces, eso, y un abrecartas con forma de catana y unas cuantas tonterías mas.

Ya con unos cuantos kilos de mas volvimos a tomar rumbo a la estación y cogimos el shinkasen a Kyoto, otra siesta y ya estábamos en la estación central donde salimos por la salida que no era y optamos por coger un taxi que nos llevo al hotel que estaba a 10 minutos andando, chek-in cenita rápida y a dormir que al día siguiente teníamos batalla.

Un saludo, hasta pronto.

Jose Alberto Olmos

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